El objeto, nuestro objeto, es un lavamanos y a la vez, la imagen de lo que queda cuando el agua deja de correr. Cuando deja de ser útil, para ser abandono. Testigo del transcurrir de la vida y sus tiempos. Modifica su aspecto, la materia, se transforma. Las paredes descascaradas contienen las marcas de ese tiempo. Las manos que lo usaron ya no están, sólo el óxido brota de su canilla. El espejo transita sus mañanas reflejando la ausencia de humanidad. Su presente es abrazado por la naturaleza, aguardando por ese alguien que regrese a darle una segunda vida. La intemperie acompaña la espera, bajo la lluvia, bajo su mudo envejecer. Las plantas se adueñan del cemento, resignificando lo añejo y percudido.